La acción de huir del país en el que se ha nacido conlleva un sentimiento de pérdida desgarrador. Las escenas del aeropuerto de Kabul, Afganistán, de estos últimos días han suscitado una oleada de compasión en todo el mundo, ante el miedo y la desesperación de miles de personas afganas. Pero cuando estas imágenes se hayan desvanecido de nuestras pantallas, todavía habrá millones de personas que necesitan que la comunidad internacional actúe.
Al instar a los talibanes y a todas las demás partes a respetar los derechos humanos, especialmente los de las mujeres y las niñas, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, declaró que el mundo estaría observando. Pero hasta ahora, nuestro enfoque ha sido demasiado limitado. El esfuerzo de evacuación ha salvado sin duda decenas de miles de vidas y estos esfuerzos son dignos de elogio. Pero cuando el puente aéreo y el frenesí de los medios de comunicación hayan terminado, la inmensa mayoría de las personas afganas, unos 39 millones, seguirán dentro de Afganistán. Necesitan que nosotros – gobiernos, organizaciones humanitarias y la ciudadanía – estemos con ellas y mantengamos el rumbo.
Cuando el puente aéreo y el frenesí de los medios de comunicación hayan terminado, la inmensa mayoría de las personas afganas seguirán dentro de Afganistán
Alrededor de 3,5 millones de personas ya se han visto desplazadas por la violencia dentro del país, más de medio millón desde el comienzo de este año. La mayoría no cuenta con vías regulares a través de las cuales buscar seguridad. Y en medio de una clara emergencia, con millones de personas que necesitan ayuda urgentemente, la respuesta humanitaria dentro de Afganistán sigue enfrentándose a una dramática falta de financiación. Algunas personas afganas siguen desplazadas internamente, mientras que otras comienzan a encontrar el camino de regreso a casa después de los combates. Todas dependen de programas humanitarios que necesitan ser ampliados rápidamente.
Algunas personas afganas necesitarán inevitablemente buscar seguridad a través de las fronteras del país. Deben poder ejercer su derecho de buscar protección internacional y las fronteras deben mantenerse abiertas para ellas con este fin. Los países vecinos de Afganistán que llevan décadas acogiendo a refugiados necesitan un mayor apoyo. Ahora, podrían enfrentarse a nuevos flujos de personas que salen de Afganistán mientras continúan acogiendo a refugiados afganos cuyas perspectivas de retorno han disminuido, así como a otras personas que pueden haber salido del país por motivos familiares, de negocios o médicos, pero que ahora ya no pueden regresar con seguridad.
Algunas personas afganas necesitarán inevitablemente buscar seguridad a través de las fronteras del país. Deben poder ejercer su derecho de buscar protección internacional y las fronteras deben mantenerse abiertas para ellas con este fin.
Durante cuatro décadas, Pakistán e Irán han acogido a millones de personas refugiadas afganas. Aunque un gran número de ellas regresó a su país después de 2001 con la esperanza de un futuro mejor, estos dos países siguen acogiendo a unos 2,2 millones de personas refugiadas afganas registradas. Casi el 90% del total. Mientras continuamos abogando por la apertura de las fronteras, más países deben compartir esta responsabilidad humanitaria. Sobre todo teniendo en cuenta la crítica situación a la que se enfrenta la República Islámica de Irán al afrontar el desafío de la pandemia.
Las personas refugiadas también necesitarán soluciones a largo plazo. La gran mayoría puede regresar voluntariamente cuando se den las condiciones adecuadas y en el momento que elijan. En comparación, el reasentamiento en terceros países – una oportunidad para las personas más vulnerables de reiniciar sus vidas en un nuevo país – es una opción solo para una pequeña proporción de las personas refugiadas en el mundo. Sin embargo, incluso para este grupo, tras 40 años de incesante conflicto en Afganistán, así como otras crisis de desplazamiento en todo el mundo, el número de plazas de reasentamiento ya era lamentablemente insuficiente. Se necesitan urgentemente más opciones de reasentamiento. Son de vital importancia, no sólo para salvar vidas. Sino también como muestra de buena voluntad y apoyo a los países que han asumido la mayor responsabilidad por las personas desplazadas.
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Mientras las personas de todo el mundo dan la bienvenida a las personas afganas a sus comunidades y hogares, no podemos olvidar a quienes se han quedado atrás. Debemos satisfacer las necesidades humanitarias críticas en Afganistán y en los países de la región, y nuestra respuesta debe ser contundente y urgente. Estar al lado de la población de Afganistán significa estar al lado de todas ellas. Tanto si han buscado seguridad en el extranjero como si están recogiendo los pedazos de sus vidas en su país.
Quienes se apresuraron a buscar un lugar en los vuelos de evacuación del aeropuerto de Kabul son las mismas personas que pueden acercarse a nuestras fronteras en las próximas semanas y meses. Hemos mostrado nuestra compasión y solidaridad con las personas afganas en los últimos días. Sigamos haciéndolo. Es el momento de estar realmente a la altura del llamamiento a la cooperación internacional expresado en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y reafirmado en el Pacto Mundial sobre los Refugiados.
Debemos satisfacer las necesidades humanitarias críticas en Afganistán y en los países de la región, y nuestra respuesta debe ser contundente y urgente
Los traslados aéreos fuera de Kabul terminarán en cuestión de días y la tragedia que se ha desarrollado ya no será tan visible. Pero seguirá siendo una realidad cotidiana para millones de personas afganas. No debemos dar la espalda. Una crisis humanitaria mucho mayor acaba de empezar.
FUENTE: ACNUR.ORG