BUENOS AIRES, Argentina – A través del testimonio de catorce mujeres, la campaña #NoEstásSola buscó sensibilizar sobre la situación de mujeres refugiadas, solicitantes de asilo y desplazadas que se encuentran en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay a través de mensajes de trabajadoras dedicadas a las tareas de protección de sus derechos.
La campaña digital, impulsada por la Oficina Regional para el sur de América Latina de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, se lanzó el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y se concretó gracias al apoyo de casi una decena de agencias socias de ACNUR en la región.
Las piezas digitales pusieron en el centro los rostros y mensajes de mujeres trabajadoras humanitarias y fueron difundidas durante dos semanas a través de la cuenta de @ACNURSuramericaLink is external y replicadas por las organizaciones socias, así como también las cuentas del Sistema de Naciones Unidas en los cinco países que cubre la Oficina Regional.
Susana Villarrueta es psicóloga del equipo del Servicio Social de CAREF, la Comisión Argentina para personas Refugiadas y Migrantes, en su sede ubicada en la Ciudad de Buenos Aires. A tono con el de otras colegas, su mensaje pone énfasis en la protección como “un derecho de todas las personas, sin importar su nacionalidad, sexo o etnia”. En la misma línea, su compañera de equipo, la trabajadora social Josefina Licera, destaca: “En Argentina existe un marco normativo que las protege y hay equipos profesionales que trabajan en el acompañamiento y promoción de sus derechos, como CAREF”.
También en la capital argentina, Gabriela Mariel Llaser se desempeña como responsable de integración socioeconómica en el Centro de Apoyo al Refugiado (CAR) de ADRA, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales. Para ella es “un honor” el “trabajar en espacios que nos permiten transformar diariamente la realidad de mujeres y personas LGBTIQ+”. Para Susana Ruiz Tovar, Asistente Administrativa en el CAR, los valores de “la empatía, la integridad y el respeto” son, la base del acompañamiento.
Rosmery Contreras, de Visión Mundial Bolivia, es abogada y trabaja como parte del equipo de la Defensoría del Pueblo en el Punto de Atención y Orientación (PAO) de Desaguadero, en la frontera con Perú. Ella tiene un mensaje para las mujeres desplazadas: “Su viaje puede haber sido difícil, pero eso no define quiénes son. Su valentía y fortaleza son un faro de luz en medio de la adversidad”. Paola Rospigliozi Mita, de 36 años, es asesora legal en la Fundación Munasim Kullakita en Santa Cruz, Bolivia. Su mirada se dirige también a quienes, como ella, trabajan abogando por que las mujeres puedan acceder a la protección de sus derechos “En un mundo que arrasa con la globalización, con la falta de tiempo, con cumplir con indicadores de eficiencia y eficacia, con la deshumanización, nuestra labor está siendo más necesaria que nunca”, sostiene.
A su vez, Lilian Loza, psicóloga y Técnica de Atención de Visión Mundial en el Espacio Amigable para la Niñez de Ciudadela Ferroviaria en La Paz, entiende que el poder recibir y orientar a mujeres e infancias en situación vulnerable es un “privilegio” que implica una “siembra y cosecha”.
Por su parte, Macarena Rodríguez dirige la Clínica Jurídica de la Universidad Alberto Hurtado de Chile y, junto a su equipo, ha liderado proyectos para confirmar la nacionalidad de cientos de mujeres, niñas y adolescentes en riesgo de apatridia. “Tener una nacionalidad significa que el Estado te reconoce como persona. Esa es la lucha que cientos de mujeres refugiadas y migrantes dan por ellas y por sus hijas e hijos día a día en Chile y nuestro objetivo es darles una mano en ese difícil camino. Solo así pueden comenzar una nueva vida en igualdad de derechos”, destaca.
En Paraguay, Semillas para la Democracia trabaja en acompañar a mujeres proporcionando información sobre el acceso a derechos y todos los servicios disponibles en el país. Naida Romero, asistente técnica, hace hincapié en aquellas mujeres con hijos que deben buscar la forma de empezar de cero en un país nuevo: “Es ahí donde las trabajadoras humanitarias tenemos el rol prioritario de que nuestras intervenciones sean con enfoque de género, de modo garantizar el efectivo acceso a todos los derechos”, destaca. Su colega María Eugenia Alvarenga también pone el acento en el “valor poderoso” del “apoyo mutuo entre las mujeres”. Laura Valinotti, asesora legal de Semillas para la Democracia, destaca la relevancia de pedir ayuda a la hora de necesitar apoyo frente a cualquier situación de peligro.
Es el caso de la cooperativa textil que coordina la Secretaría de Migrantes y Refugiados de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). Emplazado en el Barrio 31 de la Ciudad de Buenos Aires, este emprendimiento se aboca a las prácticas de estampado textil y técnicas de xilografía y sublimación. Mercedes Romero compartió su experiencia: “Fue algo nuevo. Me encanta aprender cosas nuevas. Nunca me hubiese imaginado estampar (…) Me encantó la experiencia y queremos seguir avanzando”.
Los proyectos no solo se llevaron adelante en la capital porteña. En la localidad de Villa Celina, ubicada en el partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires, más de 60 mujeres y personas LGBTIQ+ de entre 16 y 60 años recibieron asesoramiento jurídico vital gracias al proyecto impulsado por el Bloque de Trabajadores Migrantes. Estas consultorías tuvieron como objetivo principal brindar contención, derivación, seguimiento y atención especializada para que personas sobrevivientes de violencia de género accedan a los servicios mínimos de justicia, salud y protección.