Nov 13

1.000 días de guerra a gran escala en Ucrania: la Alta Comisionada Adjunta de ACNUR pide solidaridad con las víctimas inocentes

Este es un resumen de las declaraciones de Kelly T. Clements, Alta Comisionada Adjunta de la ONU para los Refugiados – a quien puede atribuirse el texto citado – en una rueda de prensa celebrada hoy en el Palacio de las Naciones en Ginebra.

GINEBRA – Cuando están a punto de cumplirse 1.000 días desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de la Federación Rusa, las necesidades de la población civil están creciendo en medio de intensos ataques y con otro crudo invierno en camino.

La destrucción de la infraestructura energética por parte de Rusia ha llevado a una pérdida total del 65 por ciento de la capacidad de generación de energía en los últimos meses, y los ataques continúan, interrumpiendo el suministro de electricidad, calefacción y agua.

El profundo impacto emocional en personas inocentes se hizo evidente durante mi visita al país la semana pasada; los intensos ataques a infraestructuras críticas e intalaciones civiles, junto con las constantes alarmas de ataques aéreos, se están cobrando un alto precio en la salud física y mental.

Desde agosto, unas 170.000 personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares en el este, con muchas evacuadas de áreas en conflicto, uniéndose a los casi 4 millones que permanecen desplazadas dentro de Ucrania y 6,7 millones más que han buscado refugio fuera del país. Esto incluye a 400.000 nuevas personas refugiadas que cruzaron a Europa desde principios de 2024 hasta agosto de este año, para buscar seguridad ante la guerra y las bombas.

En Járkov, una de las regiones más afectadas por la guerra en el país, se escuchaban explosiones de fondo mientras visitábamos un centro colectivo apoyado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Ahí conocí a Svitlana, una mujer de 65 años cuyo apartamento fue destruido por una bomba semanas antes. Su serena determinación fue un poderoso recordatorio del espíritu de Ucrania, incluso cuando el trauma de la guerra impregna la vida diaria.

Uzhhorod, cerca de las fronteras con Hungría y Eslovaquia, se ha librado hasta ahora de ataques directos, pero la zona alberga a cientos de miles de personas desplazadas, y su capacidad para acoger a más, especialmente a aquellas con necesidades específicas, está cada vez más limitada.

Incontables niñas y niños continúan sus estudios en línea, perdiéndose la interacción social y las experiencias en el aula. En lugares como Járkov, los niños estudian en refugios subterráneos para evitar los frecuentes y disruptivos ataques aéreos. Estas escuelas “metro” carecen de luz natural y patios de recreo.

La visita coincidió con la primera nevada de la temporada, un recordatorio de las dificultades que se avecinan mientras la guerra a gran escala entra en su tercer invierno. Se necesita hacer mucho más para ayudar a la población civil a sobrevivir los próximos meses, ya que las instalaciones de energía y otras estructuras civiles siguen siendo atacadas. Ahora no es el momento para que los socios miren hacia otro lado.

El llamamiento de ACNUR para responder a las necesidades humanitarias de las personas afectadas por la guerra y desplazadas en Ucrania y los refugiados de Ucrania en la región busca 1.000 millones de dólares estadounidenses para 2024 y está financiado en poco más de la mitad.

En medio de las ruinas de la guerra, hay algunos signos de esperanza.

Nuestro trabajo con el Gobierno de Ucrania es sólido a todos los niveles, lo que nos permite apoyar la respuesta humanitaria y los esfuerzos de reconstrucción en todo el país. El Gobierno ha estado liderando los esfuerzos humanitarios y de recuperación con una velocidad impresionante. Las fuerzas locales despejan rápidamente los escombros y protegen los lugares de los ataques, simbolizando la fortaleza y determinación de Ucrania.

Trabajando estrechamente con socios de la ONU y ONG, ACNUR se ha adaptado rápidamente al volátil entorno de Ucrania y a la escala y ritmo de la emergencia, combinando la ayuda de emergencia con los esfuerzos de recuperación a largo plazo. Desde el principio, hemos trabajado con un enfoque en soluciones, y hemos pilotado nuevas respuestas, como la asistencia en efectivo de emergencia, intervenciones en materia de vivienda y microcréditos para ayudar a las personas a recuperar su independencia y contribuir incluso mientras la guerra continúa.

Para algunos, la resiliencia se ha convertido en nuevos proyectos de emprendimiento. Olena, una madre de Járkov, abrió un negocio de lavado de coches con el apoyo de ACNUR, proporcionando estabilidad para su familia. Inna, otra mujer desplazada, comenzó un negocio de costura en Zakarpattia, capacitando a mujeres romaníes locales, creando lazos comunitarios y compartiendo sus habilidades. En la región de Kiev, Liudmila reconstruyó su hogar con la ayuda de ACNUR después de que fuera destruido. Liudmila está rehaciendo su vida, ahora cría gansos, y sonríe a pesar del dolor.

Los trabajadores humanitarios en Ucrania son ejemplares. Muchos de nuestros colegas nacionales están ellos mismos desplazados, y concilian sus propios retos personales con su compromiso de ayudar a los demás. Están afectados por ansiedad, depresión y trauma secundario, pero siguen siendo resilientes, valientes y dedicados.

Ninguno de los progresos logrados sería posible sin el generoso apoyo de los donantes públicos y privados de ACNUR. Las alianzas que hemos construido durante tres décadas en Ucrania son esenciales. Juntos, estamos marcando la diferencia.

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