Dic 06

Aminata sobrevivió a la violencia y ahora lucha contra la mutilación genital femenina en España

Antes de crear una asociación para ayudar a otras mujeres refugiadas, Aminata Soucko sobrevivió a la violencia de género, incluida la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado.

Cuando Aminata Soucko llegó a España procedente de Malí era como una prisionera. Incapaz de hablar el idioma y atrapada en casa por un esposo violento con el que la habían obligado a casarse. Estaba desesperada y sola.

“Él era mi traductor. Yo no entendía nada en castellano. Él no quería que yo aprendiera castellano tampoco”, cuenta. Un día, se escapó de su casa en la ciudad oriental de Valencia y se topó con una mujer de Malí que la ayudó a encontrar un curso de idiomas.

Aquel encuentro fortuito fue el comienzo de un gran cambio en la vida de Aminata, que la ha convertido en fuente de inspiración y consuelo para otras personas que luchan por recuperarse de la mutilación genital femenina (MGF) y otras formas de violencia de género. “Aprender el castellano ha sido como una puerta de libertad y de salidacon todas las violencias que estaba viviendo”, asegura.

Sueños destruidos

Nacida en Malí, un país culturalmente conservador, Aminata era una de 30 hermanos y desde recién nacida sufrió la dañina práctica tradicional de la MGF, en la que se alteran o lesionan los órganos genitales femeninos por razones no médicas.

Mientras crecía, Aminata se esforzaba por alcanzar su ambicioso sueño de ser médico y estaba en ello cuando, a los 17 años y a punto de terminar el bachillerato, la obligaron a casarse. Cuando le dijeron que iría a su boda en lugar de a la escuela, Aminata estalló en lágrimas.

Atrapada en un matrimonio asfixiante y violento, Aminata se vio forzada a abandonar Malí para vivir con su esposo, quien consiguió trabajo en España. “En mi cultura, cuando una mujer se casa, es el hombre quien decide tu destino”, explica. No fue hasta que aprendió a hablar español que la libertad estuvo a su alcance y Aminata se sintió capaz de dar el valiente paso de denunciar a su esposo agresor ante las autoridades.

“He sido la primera mujer de todas las paisanas aquí en poner una denuncia. Ha sido muy difícil. Ha habido mucha violencia física, sexual… [en mi matrimonio]”, cuenta. La decisión no fue fácil: Aminata ha sido rechazada por su familia y condenada al ostracismo por romper las normas culturales y denunciar la violencia de género, la discriminación y la MGF.

Una red de apoyo

Su asociación, Red Aminata, aboga por el fin de la MGF y la violencia de género. En colaboración con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ofrece a las mujeres refugiadas clases de español y un espacio seguro para compartir sus historias y crear una comunidad.

“Somos una red de mujeres que se apoyan mutuamente. Si tengo algo para compartir, lo compartimos juntas. Si tenemos que llorar, lloramos juntas”, declara Aminata.

Asistir a las clases es “una oportunidad para que las mujeres salgan de casa, conozcan sus derechos y conozcan que tienen derecho a pedir asilo también”.

Aminata ayuda durante una clase colectiva de español para mujeres refugiadas en las oficinas de su asociación.
© ACNUR/Ébano Stories

La MGF causa daños físicos y psicológicos extremos, y está reconocida internacionalmente como una grave violación de los derechos humanos, pero persiste en todo el mundo, con unas 600.000 supervivientes tan solo en Europa. Las niñas y mujeres que temen ser perseguidas en forma de MGF – o que han sobrevivido a ella – pueden solicitar la condición de refugiadas, pero Aminata no lo descubrió hasta que pasó por un doloroso parto en el que sufrió complicaciones debido a las consecuencias de la MGF.

Después, los médicos le informaron de la posibilidad de someterse a cirugía reconstructiva del clítoris y a otros tratamientos para ayudarla a recuperarse de la MGF. Aminata se inscribió inmediatamente y, a medida que iba conociendo mejor los efectos nocivos de la MGF – a la que han sido sometidas 230 millones de mujeres en todo el mundo y que a menudo provoca dolor crónico y traumas psicológicos –, se animó a formarse como trabajadora de salud comunitaria para ayudar a otras mujeres en su misma situación.

Una nueva generación

Ahora, en colaboración con la organización médica no gubernamental Farmamundi, acompaña a las mujeres refugiadas durante el proceso reconstructivo como intérprete y mucho más. “Estoy ahí tanto en la consulta como el día de la cirugía en el quirófano”, explica. “Soy como su psicóloga, su madre, su tía, [porque lo que  ha vivido]”.

Otras supervivientes se han convertido en una parte importante de Red Aminata, utilizando sus experiencias para ayudar a difundir información sobre la MGF, su prevención y recuperación en sus comunidades. Aminata planea reforzar aún más la red abriendo un centro especializado para apoyar a mujeres y niñas que han sido víctimas de distintas formas de violencia de género, incluida la MGF, en sus países de origen.

Aminata, su hija Aisa y su hijo Amadou caminan abrazados por la playa del Saler, en Valencia.
© ACNUR/Ébano Stories

Mientras busca la libertad para las supervivientes como ella, Aminata también se asegura de que las prácticas culturales nocivas que sufrió no se transmitan a una nueva generación y se compromete a contrarrestar sus mitos: “En mi cultura, una madre soltera criando a los hijos, es una mujer que no es válida dar buena educación”, señala. Aminata tiene dos hijos y afirma que, llegado el momento, su hija elegirá con quién quiere casarse. “No la obligaré a nada como lo que me pasó a mí”.

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