Las consecuencias han sido catastróficas para la población civil que quedó atrapada en el fuego cruzado. Cientos de personas han muerto, muchas más quedaron heridas y cientos de miles han sido desplazadas. Aunado a ello, los centros de salud se han convertido en blanco de ataque, y el costo de alimentos, combustibles y otros artículos básicos se ha disparado.
Los enfrentamientos han dado pie a una emergencia humanitaria en Sudán y en los países vecinos (como Chad, Egipto y Sudán del Sur), a los que un gran número de personas se está dirigiendo en busca de seguridad y protección.
Si la situación no se resuelve rápida y pacíficamente, las repercusiones serán devastadoras para Sudán y para el resto de la región, donde ya estaban causando estragos el desplazamiento masivo, la crisis económica y el impacto del cambio climático.
A continuación se ofrecen detalles sobre el contexto humanitario que está detrás de esta nueva crisis; asimismo, se plantea el impacto que podría tener sobre la población civil, y se explica qué están haciendo la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y sus socios al respecto.
1. La crisis agrava las necesidades humanitarias en Sudán, que ya alcanzan niveles nunca antes vistos
Los enfrentamientos más recientes – entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido – se produjeron en un momento en que Sudán ya presentaba los niveles más altos de necesidades humanitarias en una década.
La remoción, en 2019, del líder autoritario Omar al-Bashir sugería que el gobierno del país volvería a manos civiles. Sin embargo, dos años después, un golpe militar disolvió el gobierno civil de transición, lo cual reavivó la agitación político-económica y revivió el conflicto intercomunitario en la región de Darfur, al oeste del país, y los estados de Kordofan y Nilo Azul.
Por otra parte, los fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático, como sequías e inundaciones, han afectado a cientos de miles de personas en todo el país, han destruido cosechas y ocasionado la pérdida de ganado, y han dificultado aún más la alimentación de las familias.
2. Previo al conflicto actual, 4,5 millones de personas sudanesas ya habían sido desplazadas
Sudán ha estado inmerso en conflictos y desplazamiento desde que estalló la crisis de Darfur, en 2003. Hacia finales de 2022, más de 3,7 millones de personas eran desplazadas internas; la gran mayoría vivía en campamentos en Darfur y alrededor de 800.000 vivían como refugiados en países vecinos, como Chad, Egipto, Etiopía y Sudán del Sur.
De manera simultánea, el país había dado acogida a un millón de refugiados, es decir, la segunda población refugiada de mayor tamaño en África. La mayoría provenía de Sudán del Sur y vivía en Khartoum y en el Estado de Nilo Blanco; sin embargo, las personas refugiadas que huían de la crisis al norte de Etiopía, que estalló a finales de 2020, encontraron protección al este de Sudán, al igual que otras que provenían de Eritrea, Siria y República Centroafricana.
Algunas de estas personas están huyendo de Sudán como refugiados que tratan de volver a su lugar de origen o se dirigen a países vecinos, aunque ello implique ir a zonas donde no hay estabilidad o que no están preparadas para recibirles.
3. ACNUR estima que alrededor de 860.000 personas podrían huir de Sudán y dirigirse a países vecinos
En las primeras cuatro semanas de la crisis, alrededor de 200.000 personas refugiadas y retornadas huyeron de Sudán; otras 700.000 fueron desplazadas dentro del país.
Egipto ha recibido al mayor número de personas; le siguen Chad, Etiopía, República Centroafricana y Sudán del Sur. Quienes han estado llegando a Sudán del Sur son nacionales retornados que estaban viviendo en Sudán como refugiados.
De no resolverse la crisis, cientos de miles de personas no tendrán más opción que huir en busca de protección y asistencia básica. ACNUR y sus socios estiman que el número de personas refugiadas y retornadas podría llegar a 860.000 en octubre.
4. El caos en Sudán está generando aún más necesidades en los países de acogida, que ya enfrentaban dificultades
Aunque no cuentan con suficiente financiación humanitaria, todos los países vecinos que se han visto afectados por la reciente emergencia habían dado acogida a grandes números de personas refugiadas y desplazadas internas. Chad y Sudán del Sur son los dos países menos desarrollados en el mundo. Por tanto, antes de que estallara la crisis, ya estaban luchando contra el hambre, la inseguridad y el impacto del cambio climático.
El conflicto ha interrumpido el comercio y las cadenas de suministro, lo cual ha elevado el costo de combustibles y alimentos.
Las personas que cruzan las fronteras – principalmente, mujeres, niñas y niños – llegan hambrientas, sedientas y necesitadas de albergue, atención médica y artículos básicos, como mantas, utensilios de cocina y jabón. Otra prioridad es el apoyo psicosocial para madres, padres, hijas e hijos que han visto o vivido la violencia en carne propia, tanto como contar con mecanismos para prevenir y responder a la violencia de género.
La temporada de lluvias comenzará en un par de semanas, de manera que ha comenzado la carrera para posicionar la ayuda antes de que no pueda transitarse por los caminos que llevan a zonas fronterizas de difícil acceso, circunstancias que dejarían a las personas refugiadas recién llegadas sin asistencia.
Años y años de devastadoras sequías en Sudán del Sur han dañado los caminos, lo cual imposibilita que las personas refugiadas retornadas se trasladen de la frontera a su lugar de origen. Quienes logran llegar a sus hogares se encuentran con comunidades frágiles que aún tratan de recuperarse de años de conflicto.
5. Se requiere más ayuda con urgencia
ACNUR cuenta con equipos de emergencia en los países vecinos y está colaborando con las autoridades nacionales y otros socios en el registro de nuevas llegadas, la satisfacción de las necesidades más apremiantes y la reubicación en sitios alejados de las fronteras. Esto, sin embargo, es apenas el comienzo.
En principio, ACNUR y sus socios calcularon que, en los meses siguientes, necesitarían $445 millones de dólares (USD) para responder a las necesidades de las personas que huyen de Sudán; sin embargo, es probable que esta suma aumente una vez que se haya publicado un plan de respuesta detallado.
En Sudán, los enfrentamientos en Darfur y Khartoum han impedido que ACNUR y otras agencias brinden asistencia. Además, los suministros de ayuda han sido saqueados. En zonas relativamente más tranquilas y seguras, ACNUR ha logrado visitar asentamientos de refugiados y está colaborando con la Comisión Sudanesa para Refugiados con el propósito de seguir brindando protección y asistencia. Aún hay acceso al agua y a atención médica esencial; además, el Programa Mundial de Alimentos ha reanudado la distribución de asistencia alimentaria en los campamentos de refugiados al este del país.
ACNUR hace un llamado urgente para que la comunidad internacional ofrezca más financiación para responder a esta crisis.
“Las necesidades son enormes y los desafíos, innumerables”, señaló Raouf Mazou, Alto Comisionado Auxiliar para las Operaciones. “De continuar la crisis, la paz y la estabilidad de la región estarían en juego”.