Milana dibuja con sus crayones un regalo para su papá, a quien espera cada día para dárselo. Ella tiene apenas 6 años. La Guerra en Ucrania la obligó a huir con su mamá, y separarse de su papá que está en el ejército.
Hasta hace un tiempo, los estudiantes llenaban los pasillos y las habitaciones de la residencia de la Universidad Estatal de Mukachevo, en la región de Zakarpattya, al oeste de Ucrania. Ahora, el edificio se llena de actividad de otro tipo, ya que las familias expulsadas de sus hogares por los intensos bombardeos y combates en otras partes del país encuentran alojamiento temporal entre sus paredes. Entre ellas se encuentra la mamá de Milana, Oleksandra, su abuela Natalia y su hermana menor Polina. Huyeron de su casa en la ciudad de Kramatorsk, en Donetsk, al este del país, cuando, como muchas otras personas, se despertaron con el sonido de los bombardeos.
“A las cinco de la mañana oímos fuertes ruidos de explosiones, y supimos que la guerra había comenzado. Así que armamos las valijas y nos fuimos de inmediato”, explica Oleksandra mientras Milana juega en las tres camas individuales arrimadas en una esquina de la pequeña habitación donde duerme la familia.
“Nosotros nos trasladamos en dos autos, hasta nos llevamos a nuestros perros” Recuerda Milana.
Cuando empezaron a caer las bombas, la familia se subió a su auto con unas pocas pertenencias y sus dos perros y se pusieron en marcha hacia el oeste. “Mi marido nos trajo hasta aquí y regresó porque tiene que servir en el ejército. Todos los hombres de 18 a 60 años lo deben hacer. Estoy muy preocupada por él”, dice Oleksandra. “Lo extrañamos”, añade Milana.
«A las cinco de la mañana oímos fuertes ruidos de explosiones, y supimos que la guerra había comenzado. Así que armamos las valijas y nos fuimos de inmediato”, explica la mamá de Milana.
La pequeña Milana hace un dibujo con un corazón para su padre en el escritorio de su habitación. Tiene la esperanza de que la familia vuelva pronto a casa y se reúna. «Aquí pinté a papá con diferentes lápices y marcadores. Lo extrañamos mucho», describe la niña.
«La guerra terminará pronto. Volveremos a casa dentro de cuatro días y veré a mis dos abuelas y a mi abuelo”, explica con esperanza la pequeña Milana.
Oleksandra no comparte el optimismo de su hija y se pregunta cuánto tiempo tendrán que llamar hogar a la residencia. “Estamos muy agradecidos de que la Universidad nos acoja en esta habitación, [pero] no tengo idea de cuánto tiempo nos quedaremos aquí”.
Historias como la de Milana se multiplican. La Guerra en Ucrania continúa causando la crisis de desplazados de evolución más rápida desde la Segunda Guerra Mundial. En lo que va del año, se registraron más de 6 millones de personas refugiadas que encontraron asilo en países vecinos. ACNUR está allí para ofrecer asistencia, elementos de primera necesidad y contención.
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