ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, pide calma y hace un llamamiento a que se rebaje la tensión que se vive en la frontera entre Turquía y la Unión Europea ante el incremento de los desplazamientos de personas, entre las que se encuentran personas refugiadas y solicitantes de asilo.
ACNUR está haciendo un seguimiento del desarrollo de los acontecimientos en Turquía y en Grecia, y prestando su apoyo. Como en cualquier otra situación de este tipo, es importante que las autoridades eviten poner en marcha medidas que puedan resultar en un mayor sufrimiento para las personas en situación de vulnerabilidad. Todos los Estados tienen el derecho a controlar sus fronteras y gestionar los flujos y movimientos irregulares, pero al mismo tiempo deben abstenerse de emplear una fuerza excesiva o desproporcionada, y deben mantener sistemas para gestionar las solicitudes de asilo de manera ordenada.
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Ni la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, ni la legislación de la Unión Europea en materia de refugiados establecen fundamentos jurídicos para la suspensión de la recepción de solicitudes de asilo. En este sentido, el gobierno griego ha invocado el artículo 78(3) del Tratado de Funcionamiento de la UE (TFUE). Dicha cláusula permite que el Consejo adopte medidas provisionales a propuesta de la Comisión y previa consulta al Parlamento Europeo, en el caso de que uno o varios Estados Miembros se encuentren en una situación de emergencia caracterizada por la afluencia repentina de nacionales de terceros países. Sin embargo, esta disposición no puede suspender el derecho internacionalmente reconocido a pedir asilo y el principio de no devolución, que también se encuentran recogidos en la legislación de la Unión Europea. Además, las personas que entren de manera irregular en el territorio de un Estado no deben ser penalizadas si se presentan sin demora ante las autoridades para solicitar asilo.
En la frontera entre Turquía y la UE, ACNUR está trabajando con socios nacionales, la Media Luna Roja, OIM y Unicef, evaluando la situación, y distribuyendo asistencia humanitaria donde se necesita. Entre los grupos allí presentes hay personas sirias, afganas, iraníes, sudanesas y de otras nacionalidades, que son mujeres, niños, niñas y familias que llegan en condiciones precarias.
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En Grecia, los equipos de ACNUR han informado de la llegada de 1.200 personas a las Islas del este del Mar Egeo (Lesbos, Quíos y Samos), una cifra superior a la media diaria registrada recientemente. ACNUR ha reforzado las existencias de alimentos envasados y de mantas para asistir las nuevas llegadas y ha confirmado que otros actores cuentan con también con reservas de más materiales disponibles.
Ni Grecia ni otros Estados de la frontera exterior de la UE deben quedarse solos. Se necesitan recursos europeos, capacidades y solidaridad de forma continuada para impulsar la respuesta griega. Al mismo tiempo, se debe mantener e intensificar el apoyo internacional a Turquía, país que ya acoge a millones de personas refugiadas, y a otros países vecinos de Siria.
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Si bien la situación en las fronteras occidentales turcas y en Grecia, y los desplazamientos de varios miles de personas son motivos de preocupación, el desastre humanitario que se ha desencadenado en el noroeste de Siria y las enormes necesidades humanitarias que tienen unas 950.000 personas desplazadas internas en Idlib continúan exigiendo una acción inmediata.
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