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Sep 27

Talleres de fútbol empoderan a la niñez que busca protección en Nuevo León, México

En la cancha de fútbol rápido se escucha dialogar a niños neoleoneses “no sé de dónde vengan, pero juegan muy bien” mientras ven el partido de niñas y niños refugiados que han logrado formar equipos incluyentes y lazos de amistad con la niñez local.

Por: Stephanie Galeana 

NUEVO LEÓN, México – Con apenas 17 años, Aisha* ha recorrido – ­además de su país de origen, Haití – 4 países acompañada por su mamá y papá. Aún sin entender bien por qué ha tenido que emprender tan largos viajes se emociona por la vida, por el baile, el canto, y el aprendizaje como toda una adolescente multicultural.

Aisha sabe cómo conectar con la comunidad refugiada y local en Nuevo León, no sólo porque habla 4 idiomas sino porque participa en los talleres de danza y fútbol organizados por la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR y sus socios Vía Educación y Fútbol Más y el colectivo “Cuerpo y Territorio”.

“Una actividad compartida fortalece el sentido de pertenencia y las redes de apoyo; eso es crear comunidad…”, afirma Ella Virtaneen, Oficial Asociada de Protección del ACNUR en Nuevo León.

“Solo estoy pensando en bailar, siento que tengo poder”.

Además de bailar, Aisha quiere estudiar y ser parte de la comunidad que la recibe; entrar a la secundaria y preparatoria; ser sobrecargo o aprender maquillaje, cocina, cultura, idiomas… Aisha está en búsqueda de conocimientos que puedan ayudarle a cumplir cada una de sus metas.

“Yo quiero seguir aprendiendo muchas cosas todo el tiempo, porque estoy viva, porque no morí”, señala mientras vibra de emoción por poder compartirlo. Sentada en un albergue, Aisha explica que su maestra de danza ha sido una inspiración para ella y para las personas que ha conocido, porque para entender el baile no necesita idiomas, solo siente cómo su cuerpo fluye y se mezcla con los ritmos locales, tradicionales, caribeños y latinos.

A la fecha se han impartido 14 talleres de manera virtual y presencial, éstos no fueron planeados desde una oficina, sino que son el resultado de la escucha activa de la comunidad refugiada y son impartidos por personas de la comunidad regiomontana.

“Si hay personas compartiendo sus conocimientos y poniéndolos al servicio de los demás, habrá muchos más espacios y personas seguras de sí mismas, envolviéndonos en comunidades mucho más fuertes”, explica Johann Weigend, Asistente Senior de Protección del ACNUR en Nuevo León.

Estos talleres fueron realizados en espacios como el Laboratorio Cultural Ciudadano ubicado en Monterrey, Esfera Cultural García, Casa Indi y el Centro Comunitario Héctor Caballero en Juárez, Nuevo León, que han abierto sus puertas para la integración de quienes han tenido que dejar sus hogares porque su seguridad está en peligro.

Según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) [1], las personas provenientes de Haití se han convertido en la principal nacionalidad de solicitantes de asilo en México con 51,451 personas en 2021 y 4,189 personas en lo que va de 2022.

Incluyendo a personas de nacionalidades chilena y brasileña, pero que son hijas e hijos de madres haitianas, el total de personas fue de 62,804, un 48% del total de solicitudes recibidas por la COMAR en 2021.

El ACNUR opta por implementar proyectos de coexistencia pacífica entre comunidades locales y refugiadas para motivar la interacción positiva entre las personas que habitan una comunidad, prevenir tensiones, disminuir los riesgos de conflictos entre las distintas poblaciones, y propiciar espacios de diálogo y de encuentro.

“La coexistencia pacífica son niñas y niños creciendo juntos, en entornos sanos, en espacios que podemos considerar como seguros porque en ellos se encuentra algo en “común” y lo “común” genera comunidad y lo “común” se torna más significativo en la diversidad”, asegura Carla Martínez, Asistente Senior de Terreno en el ACNUR Nuevo León.

“A mí me gusta mucho bailar porque siento que estoy viviendo en otro mundo, estoy feliz, solo estoy pensando en bailar, siento que tengo poder, que puedo mostrar mi poder de mujer negra que le gusta sentir y expresar mis emociones a través del baile”, cuenta Aisha mientras ríe y da una voltereta de baile en su asiento.

“La coexistencia pacífica son niñas y niños creciendo juntos, en entornos sanos, en espacios que podemos considerar como seguros porque en ellos se encuentra algo en “común” y lo “común” genera comunidad y lo “común” se torna más significativo en la diversidad”, asegura Carla Martínez, Asistente Senior de Terreno en el ACNUR Nuevo León.    

Los espacios para la expresión artística no son los únicos, también hay opciones para quienes prefieren el deporte. En Nuevo León existe el Club de Unión, un equipo conformado por personas refugiadas y por los cuatro equipos deportivos más importantes del estado: Fuerza Regia, Rayados, Sultanes y Tigres.

El equipo del ACNUR trabaja incansablemente para crear lazos comunitarios que fortalezcan las comunidades de acogida en pro de las personas refugiadas y lograr que todas y todos puedan cumplir sus sueños, metas y objetivos.

Para que muchas adolescentes como Aisha puedan cumplirlos sin temor y tengan a su alcance las redes de apoyo que celebren sus logros y les acompañen durante el trayecto.

En la cancha de fútbol rápido se escucha dialogar a niños neoleoneses “no sé de dónde vengan, pero juegan muy bien” mientras ven el partido de niñas y niños refugiados que han logrado formar equipos incluyentes y lazos de amistad con la niñez local.

*Los nombres pudieron haber sido cambiado por motivos de protección.

FUENTE: ACNUR.ORG 

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