May 15

No ha terminado: un año después de la mayor tragedia climática en Brasil, ACNUR sigue presente en el estado Rio Grande do Sul

Por Leonardo Medeiros

El estado de Rio Grande do Sul aún tiene un largo camino por recorrer para recuperarse de los daños causados por las inundaciones, que pueden repetirse. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, consolida su presencia en la región en apoyo a la población afectada y a las personas refugiadas.

La noche del 2 de mayo de 2024 cambió para siempre la vida de Miryan Ávila Gutiérrez. Sería la segunda vez que esta venezolana se vería forzada a dejarlo todo y abandonar su hogar. Cuando las fuertes lluvias comenzaron a inundar su casa en el barrio Sarandi, en Porto Alegre, ella y sus dos hijos tuvieron que salir apresuradamente. “Mi hijo empezó a tener una crisis de pánico de tanto escuchar: ‘¡Ahí viene el agua! ¡Ahí viene el agua!’. Decía: ‘¡Mamá, nos vamos a ahogar!’”.

Miryan fue una de las más de 600.000 personas desplazadas a causa del mayor desastre climático en la historia del estado brasileño de Rio Grande do Sul. En total, cerca de 2,4 millones de personas se vieron afectadas por los fenómenos climáticos extremos que provocaron 183 muertes. Entre los afectados había aproximadamente 43.000 personas refugiadas y otras que necesitan protección internacional; en su mayoría, venezolanas (67%), haitianas (28%) y cubanas (3%).

Un año después de haber perdido su hogar a causa de las inundaciones, las perspectivas de reconstrucción de Miryan son muy distintas a cuando salió por primera vez de su país, Venezuela, y llegó a Brasil por la frontera de Roraima, al norte. En ese momento era madre soltera y fue reubicada voluntariamente en Porto Alegre, donde recibió apoyo para acceder al mercado laboral y albergue; también pudo construir una nueva casa en una comunidad que, apenas cinco años después, sería trágicamente arrasada por el agua.

“Después de cinco años de trabajar duro para tener mi casa [en Brasil] y darles estabilidad a mis hijos, me preguntaba: ‘Dios mío, ¿por qué? Ya lo perdí todo en Venezuela; ¿también lo voy a perder aquí? No puede ser’”, contó en una entrevista con ACNUR en octubre pasado.

 

Equipo de ACNUR conversa con personas brasileñas alojados en el albergue CHA Recomeço en Canoas (RS). © ACNUR/Vicente Carcuchinski

Equipo de ACNUR conversa con personas brasileñas alojados en el albergue CHA Recomeço en Canoas (RS). © ACNUR/Vicente Carcuchinski

Dotado de unidades habitacionales de emergencia suministradas por ACNUR y gestionado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el CHA Recomeço se convirtió en una alternativa segura para que las familias pudieran tener privacidad en un momento de profundo dolor. En total, se proporcionaron 308 casas para atender a las personas sin hogar, repartidas en distintos centros de acogida.

Para la familia de Danubia, mudarse a una de estas pequeñas viviendas, aunque sea una solución temporal, marcó una gran diferencia. “Allí [en el Centro Olímpico], no teníamos la privacidad que tenemos aquí. Para nosotros es muy importante porque tenemos tres niñas. Al principio estábamos con 600 personas en el albergue, sin saber quiénes eran. Yo dormía de un lado de las niñas y mi esposo del otro. Era una manera de protegernos y protegerlas”, explicó en octubre de 2024.

Un barrio en la ciudad de Canoas, región metropolitana de Porto Alegre, completamente cubierto por la crecida del río de Guaíba. Cerca de 2,4 millones de personas se vieron afectadas, entre ellas, 43.000 personas refugiadas en situación de vulnerabilidad. © ACNUR/Daniel Marenco

Un barrio en la ciudad de Canoas, región metropolitana de Porto Alegre, completamente cubierto por la crecida del río de Guaíba. Cerca de 2,4 millones de personas se vieron afectadas, entre ellas, 43.000 personas refugiadas en situación de vulnerabilidad. © ACNUR/Daniel Marenco

Durante la emergencia, ACNUR escuchó activamente a las comunidades afectadas, capacitó a equipos locales, y promovió la inclusión social y económica de las personas refugiadas. Además, apoyó al Estado en la elaboración de planes para mitigar los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos.

Gracias también al apoyo del sector privado, fue posible distribuir más de 17 toneladas de artículos de ayuda humanitaria (como mantas, kits de higiene, mosquiteros, utensilios de cocina y lámparas solares), además de ofrecer asistencia financiera directa a 1.219 familias.

La capacidad de respuesta rápida de ACNUR es posible gracias a la existencia de artículos previamente almacenados en centros logísticos alrededor del mundo, lo que permite enviar ayuda humanitaria en un plazo de hasta 72 horas tras la declaración de una emergencia.

Hace un año, ACNUR logró movilizar rápidamente recursos y equipos para apoyar tanto a brasileños como a personas refugiadas en Rio Grande do Sul. El panorama sería muy distinto si una nueva tragedia ocurriera hoy, en un contexto de drásticos recortes al financiamiento humanitario que están poniendo en riesgo millones de vidas. La actual crisis de financiamiento está teniendo consecuencias devastadoras para las personas refugiadas en todo el mundo. Por eso, ahora más que nunca, ACNUR necesita del apoyo de todas y todos para poder responder a futuras emergencias.

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