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Mar 21
La familia Erkan, fuera de sus albergues en el Centro de Alojamiento Temporal de Boynuyoğun, en Hatay, Türkiye. © ACNUR/Emrah Gürel

Sobrevivientes del devastador terremoto en Türkiye hacen recuento de las víctimas

Ahmet Erkan y su familia sobrevivieron al desastre del mes pasado; sin embargo, como muchas otras personas, perdieron seres queridos – e, incluso, su hogar – y saben que el camino a la recuperación será largo e incierto.

Filippo Grandi está sentado junto a la familia de Ahmet Erkan

Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (segundo de izquierda a derecha), se entrevistó con Ahmet Erkan y su familia, quienes sobrevivieron al terremoto, en el Centro de Alojamiento Temporal de Boynuyoğun, en Hatay, Türkiye.  © ACNUR/Emrah Gürel

Al principio, cuando las primeras señales del terremoto interrumpieron su sueño en la madrugada del 6 de febrero, Ahmet Erkan no comprendía qué estaba pasando. Él y su esposa se movilizaron cuando escucharon a sus tres hijos gritando desde sus habitaciones.

“Mis hijos empezaron a gritar. [El temblor] era muy fuerte. No sabíamos qué hacer”, recordó Ahmet. Fatma añadió: “El terremoto nos llevó al suelo: era muy difícil caminar. Duró demasiado. Agradezco que hayamos podido salir”.

Poco después, estando en la calle justo frente al conjunto de apartamentos en el que vivían en Hatay, al sur de Türkiye, el alivio que sintieron se convirtió en terror cuando vieron que el edificio entero quedó hecho trizas.

Se escuchaban gritos por todos lados. También hubo llanto. Quienes lograron salir hacían lo posible por salvar a las personas que quedaron atrapadas en el edificio colapsado”, contó Ahmet.

Como no tuvieron tiempo siquiera de ponerse zapatos antes de salir de casa, Ahmet se dio cuenta de que la situación era grave. “No sabía qué hacer ni cómo proteger a mis hijos. Hacía mucho frío, y la lluvia era fuerte. Nos empapamos”, comentó.

“Lo perdimos todo”.

Cuando supieron que también se había derrumbado el edificio en el que vivía Mustafa, hermano de Ahmet, se olvidaron de su situación. “No puedo describir lo que sentí en ese momento. Dejé a mi esposa y a mis hijos en el auto, y corrí a la casa de mi hermano. No quedaban más que ruinas cuando llegué. Intentamos de todo…”.Un equipo de rescate ayudó a Ahmet en sus esfuerzos por llegar a Mustafa (35 años) y a su familia. La esposa y la hija de Mustafa fueron rescatadas con vida, pero, tristemente, él y Tahir, su hijo de 11 años, murieron cuando colapsó el edificio.

Con su familia alrededor suyo (incluidas su madre, su hermana mayor y sus sobrinos, quienes, por fortuna, también sobrevivieron), Ahmet muestra en su teléfono una selfi en blanco y negro que tomó Mustafa; en ella aparece Tahir junto a Mustafa en medio de un bosque.

En este momento, aún estamos tratando de comprender la situación. Lo perdimos todo. Solo nos queda el presente”, recalcó Ahmet.

Millones de personas afectadas por los mortíferos terremotos que sacudieron el sur de Türkiye y el norte de Siria el mes pasado comparten el dolor y la pérdida que pueden verse en el rostro de Ahmet y de su familia. Se tiene registro de que más de 55.000 personas han muerto en ambos países, y miles aún están desaparecidas.

Ahmet Erkan muestra una fotografía de su hermano Mustafa y de su sobrino Tahir, quienes murieron cuando se derrumbó el edificio en el que vivían en Hatay a causa del terremoto.

Ahmet Erkan muestra una fotografía de su hermano Mustafa y de su sobrino Tahir, quienes murieron cuando se derrumbó el edificio en el que vivían en Hatay a causa del terremoto. © ACNUR/Emrah Gürel

Por ahora, Ahmet y su familia viven en un Centro de Alojamiento Temporal en Hatay, que originalmente se construyó para dar acogida a personas sirias refugiadas; sin embargo, las autoridades lo están usando para albergar a sobrevivientes del terremoto, tanto de Siria como de Türkiye. Luego de haberlo perdido todo, agradecen poder ocupar uno de los contenedores prefabricados para familias, que ocupan dos pisos.

Somos humanos, y a todos nos afectó este terremoto”, indicó Fatma. “Nadie se escapa del dolor ni de los problemas. Dios nos ayudará. No hay diferencia alguna entre quien viene de Siria y quien viene de Türkiye. La situación es muy difícil para todos”.

“No hay diferencia alguna entre quien viene de Siria y quien viene de Türkiye”.

Vinimos aquí y, por suerte, nos ofrecieron ropa, comida, y un lugar donde quedarnos y donde dormir”, añadió Ahmet.

A petición de las autoridades, como parte de un esfuerzo de socorro de la ONU, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha apoyado, desde el inicio, la respuesta del Gobierno de Türkiye al terremoto. Para ello, ha distribuido provisiones de emergencia, como tiendas de campaña, colchones, mantas térmicas y calentadores entre las personas afectadas por conducto de la Presidencia de Gestión de Desastres y Situaciones de Emergencia, el Ministerio de la Familia y de Servicios Sociales, y la Presidencia de Gestión de Migraciones, la cual administra los Centros de Alojamiento Temporal.

El 11 de marzo, como parte de una visita de cinco días – a las regiones de Siria y Türkiye que fueron golpeadas por el terremoto – para entrevistarse con sobrevivientes, autoridades y personal humanitario, Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, estuvo en el centro de alojamiento temporal en Hatay (en él se alojan Ahmet y su familia) y expresó sus condolencias.

La ayuda humanitaria aún es muy necesaria, tanto en Türkiye como en Siria. Estuve ahí apenas hace un par de días”, contó. “Habrá que reconstruir todo lo que había en ciudades como Hatay, es decir, casas, tiendas, escuelas, centros de salud. Se perdió todo”.

Muchas familias en la región siguen buscando a sus seres queridos; por tanto, reconstruir las ciudades y los hogares será una abrumadora tarea a largo plazo. La prioridad ahora es satisfacer las necesidades de quienes lograron sobrevivir, las cuales van más allá de lo material.

Ahmet y Fatma, por ejemplo, hicieron mención del efecto que tuvo el desastre en el bienestar psicológico de sus hijos. “Mi hija pequeña quería permanecer en el auto, pero logramos convencerla de que el contenedor no se derrumbaría”, explicó Ahmet.

En el centro de alojamiento temporal, se organizan actividades para mantener a niñas y niños ocupados, y para ayudarles a olvidarse de la situación, al menos por un tiempo. Merve, la hija mayor de Ahmet y de Fatma, relató que ha hecho amistades con las que juega a lo largo del día.

Sin embargo, en el sitio donde se aloja la familia, se siente triste y sonríe nerviosa al confesar: “Me asusta hablar del terremoto”.

Filippo Grandi concluye que llevará tiempo reparar los daños tangibles e intangibles ocasionados por el desastre. “Tomará meses – incluso años – para que las personas puedan recuperar sus hogares y sus medios de vida”.

 

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