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Ago 23
Helena Romero* huyó de Colombia luego de que defender los derechos de su comunidad la puso en la mira de grupos armados. Ahora rehace su vida en Ecuador junto a sus hijos, como un creciente número de colombianos. © ACNUR/Diana Diaz

Ante la continua violencia entre grupos armados ilegales, familias colombianas siguen huyendo a Ecuador para salvar sus vidas

Una ciudad ecuatoriana le brindó la oportunidad de iniciar de nuevo y sin miedo a cientos de familias colombianas que no tuvieron más opción que salir de su país.

Su casa en Ecuador es pequeña y tiene pocos muebles, pero para Helena Romero es un símbolo de todo lo que ha logrado en el mes desde que huyó de su Colombia natal sin nada más que sus dos hijos.

La madre soltera representa a miles de mujeres colombianas que han tenido que dejar todo atrás luego de recibir amenazas de muerte. Pero en pocas semanas en una ciudad ecuatoriana al noreste del país, a pocos kilómetros de la frontera con Colombia – ya había conseguido no solo alquilarse una casita, sino inscribir a sus dos hijos, Vanessa*, 14, y Diego*, 7, en la escuela. Para Helena, eso fue lo más importante.

“Me arrancaron lo material, pero mi conocimiento y todo lo que he estudiado y lo que me he superado hoy en día, eso no me lo arrancan, eso lo llevo conmigo”, asegura con la determinación de que sus hijos también adquieran conocimiento.

“Todos los seres humanos tenemos derecho a vivir dignamente”

Una mujer de 33 años sentada con sus dos hijos

Helena*, de 33 años, madre soltera de dos hijos, sentada en su nuevo hogar en Ecuador tras verse obligada a huir de su ciudad natal en Colombia. © ACNUR/Diana Diaz

En una ciudad del suroeste de Colombia, Helena era una intrépida lideresa comunitaria. A sus 33 años, ya llevaba años defendiendo los derechos de los habitantes. Había conseguido importantes logros, como abogar por el derecho de niñas y niños de su ciudad de ir a la escuela, a que tuviesen transporte seguro y a que los centros comunitarios estuviesen a disposición de toda la población.

Luego empezaron las llamadas vacunas – los pagos que exigía un grupo criminal que operaba en la comunidad. “No me parecía justo”, recuerda Helena. “Somos familias que hemos pasado por una pandemia… La gente no podía ni comer, y vienen a exigir que paguemos o te matan”.

“Yo siento que todos los seres humanos tenemos el derecho a vivir dignamente”, comenta. “Por eso, hice hincapié en que no pagaran (las vacunas) porque nadie debería exigirte para tener derecho a vivir”.

Horas después de que se pronunciara la lideresa comunitaria, alguien rompió la ventana de su casa. Fue el primer indicio de que los días siguientes se iban a convertir en un calvario para ella y su familia. Cada vez que salía de casa, Helena escuchaba la vibración de una moto siguiéndole de cerca. ‘Agachaditos y calladitos’ les decía a Vanessa y Diego, mientras se escondían en una tienda.

“Corrimos al departamento y cuando abrí la puerta, vi el panfleto con las amenazas en el piso”, recuerda. “Agarramos nuestras cosas y nos fuimos”.

Algo parecido les pasó a Gina Contreras*, su esposo Roberto*, y su hijo Pablo* en el suroccidente del país.

La familia se dedicaba al comercio de textiles y ropa, pero en un momento dado comenzaron las exigencias de vacunas y las amenazas que hicieron que huyeran a Ecuador.

“Por el miedo no salíamos. Un día en la mañana salí y entraron unos tipos a la casa”, cuenta Gina. “Le pidieron plata a mi esposo. Él les dijo que nosotros no teníamos plata. Le dijeron a mi esposo que, si no nos íbamos, pagaríamos las consecuencias”.

Les concedieron ocho días para salir de la ciudad. La familia tomó un bus hasta Ecuador. Aquí, recibieron alojamiento temporal en un albergue en donde tuvieron un techo, comida y orientación legal para iniciar una nueva vida en Ecuador.

Históricamente, Ecuador ha sido un país de asilo para personas que huyen del largo conflicto armado en la vecina Colombia. Con una cifra de más de 74.000 personas, este país andino alberga uno de los números más altos de refugiados en Latinoamérica y la cantidad más grande de quienes han huido de Colombia en el mundo.

El deterioro de la situación de seguridad en algunas partes de Colombia, debido esencialmente a confrontaciones entre grupos armados ilegales, ha provocado una nueva ola de desplazamientos. Aunque se estima que la cifra real de desplazamientos hacia Ecuador pueda ser mayor, más de 4.200 personas colombianas solicitaron protección internacional en Ecuador entre enero y diciembre de 2022, y más de 2.300 en los primeros seis meses de 2023 – un 19 por ciento más de lo registrado durante el mismo periodo en 2022 y un 66 por ciento más que el registrado en el mismo periodo en 2021.

Una familia colombiana reconstruye su vida con seguridad en Ecuador

Gina y Roberto, con su hijo Pablo en su nuevo hogar en Ecuador tras verse obligados a huir de su ciudad natal en Colombia. © ACNUR/Diana Diaz

“Hemos visto cómo recientemente llegan familias colombianas desplazadas por violencia”, señala Federico Agusti, Representante de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Ecuador. “Familias con hijos pequeños que llegan agotados luego de largas horas de bus, con pocas pertenencias y mucho temor”.

El 72 por ciento de los registros de solicitud de asilo por colombianos en Ecuador ha sido realizado por familias, cifra que ha ido en aumento desde 2019, cuando los grupos familiares registraban casi un 54 por ciento, según cifras oficiales del gobierno ecuatoriano.

“Aquí, ACNUR y sus socios brindan asesoría y apoyo para que estas personas puedan encontrar un lugar seguro donde dormir y puedan solicitar la protección que necesitan, y apoyamos a la Dirección de Protección Internacional de la Cancillería para fortalecer el acceso a los mecanismos de protección del Estado”, añadió el Representante.

“Uno viene de una situación muy dura, a un país que uno no conoce, y que le reciban, que le den una acogida a uno aquí, es muy bonito. Esto nos da mucha fuerza para que uno vuelva y surja y que no nos demos por vencidos”, añadió Helena.

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