Bajo un sol abrasador, esta refugiada somalí de 25 años practicaba regates, realizaba pases limpios y encestaba con autoridad, y cada balón anotado destacaba su dedicación y su alegría. “El deporte me da un sentido de pertenencia como chica”, aseguró Saido. “Cuando juego, se afirma mi derecho a jugar y se me abren más oportunidades”.
Fundado en 1992, Kakuma alberga a más de 295.000 personas refugiadas, la mayoría jóvenes, para quienes el deporte representa una oportunidad de desarrollar habilidades atléticas, recuperar la confianza y el sentido de pertenencia, e integrarse más estrechamente con las comunidades de acogida en Kenia que les rodean.
Deportistas pioneros
Saido tenía solo 9 años cuando su familia procedente de Somalia llegó al campamento, y no siempre se sintió tan cómoda en la cancha como ahora. La primera vez que Saido fue a jugar en 2019, “recuerdo que mi entrenador no tenía nada adecuado para que me pusiera, así que me ofreció un conjunto de taekwondo”, cuenta riendo.
Por aquel entonces, ninguna otra niña refugiada somalí jugaba básquetbol y Saido anhela inspirar a otras para que se unan a ella en la cancha. “Me encantan los retos. Ser la única chica de mi comunidad que juega básquetbol es una voz que habla a otras chicas que están ahí afuera”, afirma.
“Tengo que mostrar a otras chicas que sienten pasión que ‘Saido lo hizo, así que yo también puedo’. Quiero ser una voz para ellas, para que puedan hacer lo que quieran”.
Saido también ha visto de primera mano cómo el deporte puede crear oportunidades aún mayores para algunos jóvenes atletas. Cuando ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, la Fundación Olímpica para los Refugiados (ORF) y el Comité Olímpico Internacional (COI) crearon el primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados para competir en los Juegos de Río 2016, cinco de sus 10 miembros procedían de Kakuma.
“El campamento de refugiados de Kakuma es la cuna del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados”, declaró el Presidente del COI, Thomas Bach, durante una reciente visita al campamento de Kakuma con Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
“La mitad del primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados de la historia se entrenó aquí en 2016. También es la cuna de muchas de las ideas que nos llevaron a la Fundación Olímpica para los Refugiados, poniendo el deporte a disposición de las comunidades de acogida y de refugiados”, señaló Bach.
Grandi añadió: “El concepto del deporte como instrumento de inclusión, tal y como se ha visto aquí en Kakuma, ha llegado a ser universalmente reconocido como un elemento crítico para unir a las personas refugiadas y a las comunidades que las han acogido durante décadas. Esto es, en definitiva, en beneficio de toda la sociedad”.
Transformar vidas
Desde artes marciales hasta fútbol, pasando por atletismo y básquetbol, el deporte para refugiados no consiste únicamente en mantenerse activo, sino en unir a las personas, ofrecer pertenencia y propósito, y una forma de olvidar los problemas cotidianos y los traumas del desplazamiento.
“El deporte lo es todo para nosotros”, compartió Saido, quien sueña con participar algún día en los Juegos Olímpicos. “Me encanta el básquetbol porque es una forma de mantenerse en forma y también de socializar con personas de distintos orígenes”.
“Es una forma de expresarnos, de tener oportunidades fuera del campamento”.
El deporte tiene el potencial de transformar el futuro de las personas refugiadas, ofreciendo a algunas de ellas vías de acceso a oportunidades como becas o reasentamiento en otros países, o incluso a competir a nivel internacional. Para las niñas y las jóvenes, el deporte también puede ser una forma de escapar de riesgos como el matrimonio precoz o el abandono escolar. “El acceso al deporte es muy importante, especialmente para las niñas refugiadas”, comentó Saido.
Saido dirige sesiones de entrenamiento de básquetbol para chicas los fines de semana, y espera entrenar e inspirar a otras, y establecer un equipo fuerte que pueda participar en competencias internacionales. “Quiero ver una academia de básquetbol llena de chicas somalíes y de otras chicas de diferentes comunidades aquí en Kakuma”, declaró.
Saido se fija en las habilidades que se exhiben en la competencia de la Asociación Nacional de Baloncesto Femenino (WNBA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, y afirmó: “¡Quiero ver a chicas somalíes jugando básquetbol al nivel de la WNBA!”.
“Tenemos muchas jóvenes con diferentes talentos, tenemos el potencial para estar ahí como refugiadas y necesitamos que se nos den las mismas oportunidades que a cualquier otro deportista”, señaló.