Abr 01

Huir para vivir: la cruel realidad de millones de mujeres y niñas en Sudán

Para ellas, la única opción es escapar. La violencia de género se ha convertido en un arma de guerra, dejando cicatrices imborrables en las víctimas

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Pasaron casi dos años del inicio de los enfrentamientos en Jártum, la capital de Sudán. En aquel momento, Fátima(*), de 39 años, consideró que estaría a salvo quedándose en su casa junto a cuatro de sus hijos, ya que su esposo y su hijo mayor habían desaparecido. Pero esa tranquilidad que guardaba se desvaneció rápidamente cuando un día por la tarde dos hombres armados golpearon su puerta para exigir comida y agua. Fátima accedió a darles lo que pedían, esperando que no volvieran, pero no fue así. Esa misma noche, uno de ellos regresó a la casa con la cara cubierta y amenazó a con dispararle si ella no hacía lo que él quería.

“Mis hijos estaban adentro… Me daba pavor que algo malo les pasara. Los encerré, les dije que guardaran silencio y dejé al mayor a cargo; le dije que, si algo me pasaba, debía huir con sus hermanos y hermanas”, relató Fátima, muy angustiada.

En el transcurso de una semana, Fátima fue violada en tres ocasiones. Mientras buscaba una forma segura de huir de Jártum con sus hijos y luego de un período de relativa calma, descubrió que estaba embarazada.

Historias como estas se repiten a diario en un país que vive la peor crisis humanitaria en décadas, donde se registran atrocidades brutales y violaciones generalizadas de los derechos humanos. Desde el inicio de la guerra, más de 3 millones de personas se vieron forzadas a huir de Sudán en busca de seguridad hacia países vecinos.

Fatima, de 39 años, se para cerca del centro de tránsito de ACNUR en el que se refugia, en la ciudad de Kurmuk, Benishangul-Gumuz, Etiopia. Créditos ACNUR – Tiksa Negeri

Es en estos contextos de crisis donde millones de mujeres y niñas que son forzadas a huir quedan aún más expuestas a todo tipo de violencia. Solo en 2024, la violencia sexual relacionada con conflictos creció 50% en comparación con el año anterior.

En Sudán, la situación es alarmante. Se trata de una de las mayores emergencias del mundo (con 8.8 millones de personas desplazadas al interior del país) y una de las que menos visibilidad y financiación para la respuesta humanitaria tiene. Las mujeres y las niñas componen más de la mitad de las personas refugiadas de Sudán que han sido registradas y en algunos países de acogida, la proporción es aún mayor. Desesperadas y en shock por el terror del cual han sido testigos, se exponen numerosas situaciones de violencia, ya sea mientras huyen, en los países de asilo o en las zonas afectadas por el conflicto.

Los números hablan por sí solos: en Sudán, el 88% de las mujeres y niñas de entre 15 y 49 años sufrieron algún tipo de mutilación genital femenina y, según registros de 2023, el 34% de las niñas menores de 18 años habían sido forzadas a contraer matrimonio.

Luego de enterarse que estaba embarazada, Fátima decidió alejarse de Sudán. Vendió el poco oro que le quedaba y, de esa manera, ella y sus hijos pudieron llegar a Etiopía. Hoy, viven en un albergue familiar, un lugar en el que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios trabajan junto a las autoridades para brindar asistencia y servicios a las personas refugiadas. A pesar de recibir apoyo psicosocial y atención médica, Fátima sigue necesitando ayuda: “Aquí no hay disparos, tenemos agua para beber y un lugar donde dormir sin el riesgo de que nos violen, pero no sé cuánto tiempo estaremos aquí, sin tener una casa, sin poder cerrar la puerta con tranquilidad”, expresó.

Luego de ser violada tres veces por un hombre armado, Fatima huyó de su hogar con cuatro de sus hijos y un embarazo, producto de las violaciones. Créditos ACNUR – Tiksa Negeri

Huir del hogar, con lo puesto y la comida justa, es una triste y preocupante realidad que enfrentan millones de mujeres y niñas en situación de vulnerabilidad por las emergencias en curso. Y es en ese recorrido que atraviesan donde el peligro y la exposición a situaciones de violencia sexual se acrecienta. Mujeres y niñas no acompañadas, embarazadas, con discapacidad, mayores de edad, enfermas. Todas ellas, con diferentes historias, pero con un único objetivo: huir para vivir.

Si bien el trabajo del ACNUR en el desarrollo de programas de violencia física y sexual contra mujeres y niñas ha arrojado resultados considerables a lo largo de los años, la necesidad de servicios de prevención y respuesta a estas situaciones supera con creces los fondos disponibles. Es de vital importancia continuar con los programas de prevención y asistencia en contextos de emergencias y para eso se necesita el apoyo de toda la sociedad.

En Argentina, las personas pueden conocer más acerca de la respuesta humanitaria que proporciona ACNUR y brindar ayuda ingresando en FUNDACIONACNUR.ORG. Que las mujeres y niñas puedan vivir y dejar de huir depende de todos nosotros.

(*) Su nombre fue cambiado para preservar su identidad

(**)Paula Martínez Álvarez es Directora de Comunicaciones de Fundación ACNUR Argentina

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